Se sabe que las llamadas enfermedades infecciosas emergentes (aquellas que han aumentado pasadas dos décadas o amenaza incrementarse en un futuro) o reemergentes (las que se creía aparentemente erradicadas o su incidencia disminuida) tienen su causa principalmente en los demás animales. Conforme señala la ONU, el 60% de todas las enfermedades infecciosas en humanos son de origen animal. La lista de zoonosis (enfermedades que se transmiten entre animales sin distinción de especie) asciende a más de 250, entre las cuales cabe destacar en orden cronológico y reciente: las gripes aviares y porcinas como la Gripe H1N1 del año 2009, los coronavirus que dieron lugar al SARS en 2002 y MERS en 2012, también el Ébola en 2013, el Zika en 2015, el hantavirus y obviamente el SARS-CoV-2 causante de la actual pandemia de Covid19.
Tuvimos que esperar a estar encerrados en nuestros hogares, ver morir en soledad seres queridos, contemplar el derrumbe de las economías, el agravamiento de las situaciones de pobreza y desigualdad, entre otras consecuencias negativas, para prestarle atención a algo que ya se sabe científicamente hace tiempo y es que la industria de la alimentación basada en proteína animal no es inocua. En este sentido, es enorme la cantidad de pruebas que demuestran el vínculo inexorable entre las megafactorías de animales no humanos y los virus de origen Zoonótico.
En lo que a la “producción” industrial de ganado porcino se refiere (en rigor de verdad, reproducción porque los cerdos no son cosas que se producen), la literatura especializada la ha asociado con un número considerable de zoonosis que han repercutido sobre muchas comunidades a lo largo y ancho del planeta. Entre las enfermedades y patógenos emergentes cabe destacar: Encefalomiocarditis, Hepatitis E, Influenza porcina, Enfermedad de Aujeszky, Rotavirus (tipos A-B-C), Norovirus, Sapovirus, virus de la encefalitis japonesa, la Salmonella, Escherichia coli, Equinococosis-hidatidosis, Taenia soliumcisticercosis, Trichinella spiralis, etc. Y cuando estas zoonosis se combinan con otros factores sociales y ambientales tienen el potencial suficiente para generar pandemias (Barruti, S., Bonomo I., Colombo, R., Filardi, M., Folguera, G., Svampa, M., Viale, E., 10 mitos y verdades de las megafactorías de cerdos que buscan instalar en Argentina, Buenos Aires, 2020).
Como hemos expuesto en notas anteriores relacionadas al tema, el gobierno chino decidió externalizar parte de su industria de cerdos encontrando en Argentina un receptor ávido de dólares. El motivo de tal decisión se debe a que el país asiático tuvo que matar millones de cerdos a raíz de la peste porcina africana. Recordamos que en cuanto a sus características se trata de una enfermedad hemorrágica altamente contagiosa con capacidad para liquidar el total de los cerdos infectados. A más, se sabe que el virus es sumamente resistente y que puede sobrevivir por semanas e incluso meses en la carne de cerdo curada o salada. Y para cerrar, un dato vital y poco alentador, no existe vacuna para prevenir que los cerdos contraigan la enfermedad. Hoy parece inocua la enfermedad para los seres humanos, pero no debemos descuidarnos.
En próximas notas estaremos otros riesgos a la salud que indefectiblemente vamos a padecer si firmamos el acuerdo porcino con China.
GPP