El ciudadano de hoy en día es un consumidor que exige saber con precisión de dónde proviene el producto que en definitiva financia. La alimentación proporciona un claro ejemplo de lo afirmado. Muchos en la actualidad se preocupan por mantener una dieta saludable con el menor costo ambiental posible. Sin embargo, lo que un sector significativo de la comunidad no tiene a la vista es que las prácticas alimentarias habituales y que incluso constituyen costumbres nacionales, se encuentran reñidas con la idea misma de sustentabilidad garantizada principalmente por la Constitución Nacional y los Tratados de Derechos Humanos.
Sin desmerecer la enorme cantidad de evidencia científica existente al respecto, tomamos como caso paradigmático la investigación impulsada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) titulada “Livestock’s Long Shadow: Environmental Issues and Options” (2006). El objetivo de este estudio fue llamar la atención de técnicos y del público en general sobre la responsabilidad que la producción de animales tiene sobre la contaminación del ambiente y el agotamiento de los bienes (recursos) ambientales.
Según este importante análisis, la utilización del suelo por parte del sector pecuario (para pastoreo y cultivos dirigidos al armado de piensos y forrajes) es el principal uso antropogénico de la tierra. La superficie total dedicada a esta actividad ascendía para el año 2006 al 70% de toda la tierra agrícola y al 30% de la superficie terrestre libre de hielo del planeta. En cambio, la superficie total destinada a la elaboración de piensos crecía a 471 millones de hectáreas, equivalentes al 33% de la tierra cultivable. Hoy los números son superiores, la superficie completa destinada a la actividad ganadera (directa o agricultura en función de la ganadería) llega al 80%. Basta con ver los últimos estudios internacionales al respecto.
A mayor abundamiento, para ese entonces la FAO alertaba sobre lo perniciosa que es la ganadería para los bosques tropicales. El caso reciente de mayor resonancia mundial fue el de las quemas en Amazonas en 2019. La devastación de sus distintas partes fue (y es) provocada por ganaderos/agricultores que talan con el objetivo de generar espacios para criar animales y cultivar soja, que sirva luego en su mayor proporción de alimento para animales destinados a consumo humano. Se trata de prácticas tradicionales y de público conocimiento. En Argentina situaciones de quema con fines agropecuarios vemos con frecuencia, sin ir más lejos alcanza con observar los actuales incendios en el Delta. Hechos suficientemente documentados.
La utilización del agua es otro grandísimo problema, ella es empleada por el sector pecuario de manera tal que está por encima del 8% del consumo humano a nivel mundial. La mayor parte del agua se destina al riego de los cultivos de piensos, lo que equivale al 7% del total de su consumo mundial. Citamos al respecto este importante fragmento del estudio de la FAO: “Además del agua usada para abrevar el ganado, el agua se utiliza para el regadío de pastos y el cultivo de piensos. Se usan cantidades importantes de agua en la elaboración de carne y de leche. Debido a los efectos de la compactación durante el pastoreo y de la acción mecánica de las pezuñas en el suelo, el ganado también tiene un impacto determinante, y con frecuencia negativo, en la infiltración de agua y la velocidad de su movimiento a través del paisaje”.
¿No son estos datos suficientes para reclamar por un derecho a la alimentación sustentable? Creemos en una respuesta afirmativa y también que tal reclamo tiene suficientes bases constitucionales y de derechos humanos. Sería claro desde que todos gozamos del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y que tenemos el deber de preservar el ambiente. A su vez, el derecho a la alimentación sustentable exigiría efectivizar lo que hoy parecería una utopía, pero que en definitiva forma parte de nuestra Constitución Nacional, y es que las actividades productivas (en este caso en materia de alimentación) satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras.
GPP
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