LAS VÍCTIMAS INVISIBLES DE LOS ACTUALES INCENDIOS EN ARGENTINA

Ver nuestro territorio devorado por las llamas, ser reducido todo lo que existe en él a un montón de cenizas, causa impotencia, tristeza, una real angustia que genera un nudo en el estómago de esos que quitan el apetito.

Si nos situamos en la provincia de Corrientes, se ha  dado a conocer al público que desde principios de agosto hasta la fecha, se han quemado 700.000 hectáreas entre las cuales 500.000 corresponden a bosques nativos. Si nos transportamos a Córdoba hasta hace unos días ya se quemaron entre 80 mil y 95 mil hectáreas. Pero estos son solo ejemplos, ya que el Sistema Nacional del Manejo del Fuego reportó que once provincias del centro y norte del país registran “focos activos” y son trece las que siguen afectadas por los incendios forestales, como Santa Fe, Entre Ríos, San Luis, Jujuy, Tucumán, Salta, Catamarca, Misiones y Chaco, sumadas las ya aludidas provincias de Córdoba y Corrientes. En cuanto a sus causas, el Organismo de referencia tiene dicho que “El 95 por ciento de los incendios forestales son producidos por intervenciones humanas, siendo dentro de estos los principales escenarios la preparación de áreas de pastoreo con fuego…”.

En toda esta pesadilla ecológica (no hay otro calificativo), el Ministerio de Seguridad permanentemente recuerda que la prioridad es “proteger la vida de las personas y sus bienes”. Pero, ¿son solo los humanos los únicos afectados? El fuego consume algo más que árboles y plantas, ocasiona algo más que humo que afecta las vías respiratorias de muchas familias y pone en riesgo más que casas: se lleva consigo la vida de todos los animales silvestres que habitan en esos territorios. Las víctimas de las que pocos hablan.

Los animales silvestres son los que viven en sus propios hábitats y evitan el contacto con nosotros, manteniendo, en la medida de lo posible, una existencia separada e independiente. No obstante, son vulnerables frente a la actividad humana en distintos grados. Esta les causa un impacto negativo, por ejemplo, cuando pierden el hábitat producto de la expansión de las comunidades humanas o para la extracción de recursos naturales, privándolos de los medios que necesitan para sobrevivir. En este marco situamos lo que actualmente vivimos en Argentina. Los incendios se llevan su hábitat y también su vida. Es realmente duro ver las imágenes que circulan de sus cuerpos incinerados, tirados como si nada, desprovistos de todo respeto, formando parte del nuevo paisaje que deja el fuego, uno totalmente desolador.

Sumamos que no solo los animales silvestres son arrastrados por los incendios forestales que sin tregua los castigan a causa de los intereses económicos de siempre (vinculados principalmente con el sector agrícola-ganadero y con los emprendimientos inmobiliarios). También muchos animales domesticados (vacas, cerdos, gallinas, caballos, etc) murieron consumidos por el fuego y los que sobrevivieron continuarán (la poca vida que les quede a criterio de “sus propietarios”) con las cicatrices que les dejen sus quemaduras

El Estado para todos estos animales está ausente. No hay mayor victima que aquella que no es nombrada ni reconocida como tal.  La prioridad es “proteger la vida de las personas y sus bienes”. Los demás animales no existen. Ahora bien, su protección tiene raigambre constitucional. El art. 41 de la Constitución Nacional ordena en su segundo párrafo: “Las autoridades proveerán [….] a la preservación del patrimonio natural […] y de la diversidad biológica…”. El suelo argentino (el mismo que arde hoy en día) no es habitado en exclusividad por la especie Homo sapiens, sino también por individuos de otros grupos biológicos que las autoridades tienen el deber constitucional de proteger. En este marco, ¿Cómo es posible que las autoridades no ordenen el rescate de los animales cercados por el fuego? ¿Cómo es posible que no existan fondos públicos para sanar las heridas de los que a duras penas pudieron sortear las llamas? ¿Cómo no hay un plan para salvaguardar los intereses de los animales que perdieron su hábitat? Hasta ahora letra muerta ante el especismo antropocéntrico de siempre: la prioridad es “proteger la vida de las personas y sus bienes”.

GPP

Para mayor información por favor contactar a:

Ignacio Sáenz Valiente
Socio | Asesoramiento Corporativo y Reorganizaciones Societarias
ivaliente@svya.com.ar

You may also like...