El potencial acuerdo entre Argentina y China por la instalación de sus granjas industriales de cerdos, está movilizando gran parte de nuestra sociedad. El rechazo creciente a este acuerdo –y convenios similares como el de monocultivo de soja–, da cuenta que la sociedad ya no es la misma que años atrás. Los datos que hasta el momento conocemos principalmente por medio de Cancillería y diversos grupos socio-ambientalistas son los siguientes:
(1) En junio Argentina exportó un volumen considerado récord histórico de 4.454 toneladas de carne de cerdo por un valor de 6,7 millones de dólares. El principal destino de los envíos fue, principalmente China, seguido por Rusia, Hong Kong y Marruecos.
(2) La necesidad de China de instalar sus granjas industriales de cerdos proviene de la disminución en la oferta de esta clase de carne a raíz de la epidemia de gripe porcina africana. Esta enfermedad altamente contagiosa azota al país asiático hace un tiempo, provocando la muerte de enorme cantidad de cerdos. Solo en lo que va del 2020 tuvieron que matar 250 millones de cerdos utilizando como método el entierro en vida.
(3) Argentina hoy produce el 0,5% de la producción de carne de cerdo a nivel mundial, mientras que el acuerdo con China permitiría duplicar la producción.
(4) Las granjas porcinas se instalarían en el norte del país (NOA y NEA), pues en ambas regiones se producen unas 8 millones de toneladas de maíz.
(5) Relacionado con lo anterior, la conversión de carne de cerdo en esas granjas requeriría de 3,5 millones de toneladas de maíz adicionales, que supondrían la producción de 900.000 a 1 millón de toneladas de carne porcina con 300.000 a 350.000 madres.
(6) Se instalarían aproximadamente 25 granjas industriales de cerdos.
(7) La inversión sería en dos o tres años de alrededor de 3.500 millones de dólares.
(8) Se trataría de producir a cinco años unas 900 mil toneladas adicionales. Hoy en día se generan alrededor de 700 mil.
A continuación sintetizamos algunos de los argumentos invocados para avalar la celebración del acuerdo:
(a) El hecho de la inversión, considerada la inversión como algo bueno en sí mismo.
(b) El ingreso de divisas seria clave en la recuperación económica postpandemia.
(c) La generación de empleo directo e indirecto, dado que se habilitarían por lo menos 9.500 nuevos puestos de trabajo.
(d) La desojización, dado que se necesitarían más tierras para cultivar maíz que sirva de alimento de los cerdos.
(e) El valor agregado a productos primarios como el maíz.
(f) La lejanía de la frontera donde se pondría en peligro al ambiente y la cercanía, en cambio, a la frontera de la pobreza, marginalidad, gente que no tiene acceso a la educación, siendo todo esto la preocupación prioritaria en la actualidad.
(g) Desarrollo de zonas postergadas del país, para evitar las concentraciones en Buenos Aires y otros grandes centros urbanos.
(h) Beneficio para los productores que contarán con mayor disponibilidad de tecnología.
Teniendo en frente este breve resumen, debemos contemplar los argumentos en contra del acuerdo, para luego ponderar ambas formas de pensar la cuestión. La segunda parte de la nota tendrá entonces por fin sintetizar la cara opuesta de la que aquí hemos puesto de manifiesto.
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