DERECHO A LA SALUD Y DESARROLLO SUSTENTABLE (PARTE 2)

En las últimas décadas el número de casos de diferentes tipos de enfermedades zoonóticas ha subido en el mundo resultado del contactos con cerdos (en el marco de la industria) o productos derivados, despertando nuevas alarmas relacionadas con la aparición de diferentes clases de patógenos con potencial de zoonosis. (Barruti, S., Bonomo I., Colombo, R., Filardi, M., Folguera, G., Svampa, M., Viale, E., 10 mitos y verdades de las megafactorías de cerdos que buscan instalar en Argentina, Buenos Aires, 2020). Uno relativamente reciente es la cepa H1N1 de la influenza en cerdos que han llamado G4. Los virus G4 tienen todas las características esenciales de un posible virus pandémico. La referida cepa está en aumento en las granjas porcinas de China desde el año 2016. El virus que se creía inofensivo para los seres humanos, al día de hoy ha infectado a los trabajadores del sector (Sun, H. et ál, “Prevalent Eurasian avian-like H1N1 swine influenza virus with 2009 pandemic viral genes facilitating human infection”, Proceeding of the National Academy of Sciences, Fecha publicación online: 29 de junio de 2020).

Conforme con lo que venimos examinando en notas anteriores y los datos sumados arriba, no podemos negar la relación estrecha entre la producción industrial de alimentos de origen animal (en este caso abordamos el tema de la carne de cerdo) y los riesgos de zoonosis. Y es que, las megafactorías presentan las condiciones ideales para su aparición. Entre las mencionadas condiciones se han enunciado en la primera obra citada:

(1) Alta densidad de animales idénticos.

(2) Falta de movilidad.

(3) Alimentación con preparados específicos con el fin de lograr crecimiento y engorde en un contexto adverso sin regulación natural.

(4) Coexistencia de muchos animales de la misma especie, uniformes en su genética.

(5) Hacinamiento derivado de la cría intensiva.

(6) Debilitamiento del sistema inmunológico de los animales, convirtiéndolos en reservorios de virus o bacterias resistentes a todos los compuestos y químicos que reciben.

(7) Alta transmisibilidad de enfermedades con motivo del confinamiento que sufren los animales, es decir proximidad entre individuos, más la reducción de sus defensas naturales.

(8) Medicación con distintos fármacos, para limitar los problemas arriba enunciados. Por eso se les suministra a los animales diferentes tipos de vacunas y tratamientos farmacológicos para sostener los objetivos de producción.

(9) Resistencia de diferentes patógenos (virus, bacterias, parásitos) a los fármacos, produciendo nuevas enfermedades de muy difícil tratamiento, debido a los que la medicación que reciben los animales es sostenida en el tiempo.

(10) Aparición de diferentes tipos de vectores (especies intermediarias en la transmisión de enfermedades) lo que contribuye a la propagación de los patógenos entre  animales y humanos.

Puede ver la lectora y el lector que el acuerdo porcino con China no es un negocio para nadie ¿Dólares a cambio de enfermedades? No parece un buen trato después de todo. Quizá también deberíamos comenzar a predicar con el ejemplo y dejar de comer animales y derivados, alimentos que serán muy ricos, pero dañinos y peligrosos para todos los que nos rodean (sean o no humanos) y para todas las generaciones futuras que vendrán y deberán habitar un planeta plagado de enfermedades originadas por el placer egoísta de consumir algo sabroso.

 

GPP

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